martes, 7 de abril de 2009

Benjamina

Siempre nos parece más fácil creer lo que podemos ver que lo que nos cuentan y, si además lo que nos cuentan se puede cuestionar por estar basado en “suposiciones”…
Nos es más fácil creer la Historia, hay algo escrito, tablillas de arcilla con escritura cuneiforme, tituli picti, en restos de tinajas, crónicas de la época, etc., que cualquier dato relacionado con la prehistoria ya que todo está basado en deducciones extraídas de pinturas rupestres, supuestos templos megalíticos, etc., pero esta idea no es del todo cierta.
Existen diferentes y muy variados métodos de investigación para este período más o menos oscuro por su carencia de escritura: Los métodos tradicionales serían las excavaciones, método de Steno (que más o menos dice algo así como: lo que se encuentra a mayor profundidad es lo más antiguo; lo que aparece más arriba es lo más moderno; todo lo que aparece en el mismo estrato es contemporáneo), la tipología (evolución de los tipos de utensilios a lo largo del tiempo) y la etnología (comparaciones tecnológicas con las actividades de grupos humanos preindustriales).
Los métodos actuales son más complejos y a la vez más fiables:
  • Arqueometría. Estudio de los procesos post-deposicionales, alteraciones sufridas por los depósitos y sus materiales que pueden influir en la interpretación del registro.
  • Paleoecología. Reconstrucción del medio ambiente y de la acción humana sobre él. Tiene dos disciplinas fundamentales: * Paleobotánica (estudio de los microrestos y macrorestos vegetales) que a su vez se subdivide en Palinología (pólenes y esporas), Antracología (identificación e interpretación de la madera de los carbones vegetales) y Carpología (identificación e interpretación de las semillas fósiles). * Paleozoología que estudia las especies animales del pasado identificadas a través de los restos óseos y que proporciona información medioambiental y económica.
  • Arqueozoología. Interpretación cultural de los restos animales identificados y estudiados por la Paleozoología. Proporciona información sobre técnicas de caza y aprovechamiento animal.
  • Tafonomía. Estudio e interpretación de los procesos de transformación del material óseo animal.
  • Paleoeconomía. Estudio de los sistemas de aprovechamiento de los recursos y materias primas.
  • Paleotecnología. Reproducción de los gestos técnicos y procesos que conducen al conocimiento de la manipulación, manufactura y transformación de recursos, así como algunos procesos post-deposicionales.
Estos métodos de investigación llegan a ser fiables tanto o más que la Historia y su escritura, ya que, como todos sabemos, la Historia es interpretable y siempre puede estar subjetivizada por quien la cuente.
Teniendo ya la idea un poco más clara de que cuando nos hablan de modos de vivir en la prehistoria no nos están contando una de indios, nos podemos acercar de una forma más abierta y curiosa a la última revelación salida de Atapuerca.
El Homo del Pleistoceno era cazador recolector. Su estructura social era la típica que todos por unas razones y otras tenemos en la cabeza, hombres que cazan, mujeres que recolectan, todos tenían sus funciones y las realizaban por el bien del clan o familia.
También imaginamos las duras condiciones de subsistencia de estos clanes y la pesada carga que debía suponer tener miembros con discapacidades físicas o psíquicas que no sólo no pudiesen contribuir con su trabajo sino que además necesitase cuidados.
Falsas informaciones adquiridas por películas, novelas, etc., nos han hecho asimilar la idea de que estos individuos eran rechazados, abandonados e incluso asesinados por el bien de la colectividad. Nada más alejado de la realidad según los datos obtenidos tras la reconstrucción del Cráneo 14, encontrado en 2001 en su mayor parte y unos treinta fragmentos más en 2002 en la Sima de los Huesos.
En palabras de Ana Gracia Téllez del Centro de Evolución y Comportamientos Humanos, el Cráneo 14 pertenecía a una niña de unos 10 años, de hace 530.000 años y que era diferente al resto de sus congéneres, tan diferente que tuvo que recibir cuidados especiales, sin los cuales no podría haber sobrevivido debido a sus disminuidas capacidades psicomotoras.
Benjamina, como se ha dado en llamar esta niña del pleistoceno, recibió los mismos cuidados y atenciones que cualquier otro niño del género Homo del Pleistoceno Medio aunque los adultos que la cuidaban eran conscientes de que su aportación al clan sería nula.
¿Prehistóricos? Muchos Homo sapiens sapiens en pleno siglo XXI deberíamos irnos cuestionando nuestra evolución social y nuestra forma de atender a los niños.
Lo que voy pensando de lo que va pasando © 2009

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